martes, 13 de julio de 2010

ASESINO

"El asesino es un monstruo en la misma medida que es un producto de la sociedad en que vive. Y para aprehender la complejidad de la especie, se precisa aceptar que el asesino es tan humano como cualquiera de sus víctimas".
Mauricio Bares

¿Pero por que la violencia fascina al Hombre?
"Amamos a la bestia", como afirma el ensayista José Luis Zárate. Por esa misma atracción, comparable a la del entomólogo que contempla a un extraño insecto, la sangre no ha cesado de verterse desde el albor de la humanidad.

Al respecto, Octavio Paz reflexionó:

"La conciencia del mal nace con nosotros.
Al nacer conocemos la orfandad, nos sentimos arrojados a un mundo extraño.
Descubrimos al mal, primero, al sentirnos en un mundo inhospitalario, indiferente; después, en la agresión de los otros contra nosotros o en nuestra agresividad contra ellos. Este saber es universal y común a todos los hombres desde la niñez ...
En 1945, al triunfo de los aliados, descubrimos un horror nuevo en la sucesión de horrores que ha sido la historia de los hombres: la industria de la muerte, los campos de concentración de los nazis.
La novedad del horror consistía en que, por primera vez en su sangrienta historia, los hombres aplicaron la técnica moderna de la producción en masa al viejo arte del exterminio.
Los métodos para matar al prójimo se volvieron más racionales y eficaces. Y la atrocidad final: el crimen era impersonal. Antes conocíamos el rostro terrible de los verdugos, pero la técnica no tiene rostro ...
Desde que tengo uso de la memoria, el misterio del mal (porque es un misterio), me ha desvelado. ¿Alguien ha descifrado el misterio que es ser hombre? Pues lo mismo pasa con el mal. En una época pensé que era una herencia de nuestro pasado animal.
Pronto me di cuenta de mi error: ningún tigre mata a una pantera porque ella es negra y él, rayado.



El mal aparece sobre la Tierra con los hombres. Por esto es inseparable de la Historia.
Lo que distingue al hombre del resto de los animales es la conciencia, más o menos clara, de ser libre. Incluso los que creen en la fatalidad, al obedecerla, realizan, en cierto modo, un acto libre. ¿O será a la inversa y cuando pensamos ser libres, obedecemos a la necesidad? No lo sé. El nudo entre libertad y fatalidad es inextricable.
El secreto del mal, su misterio, está en ese nudo. Pues bien, creamos en la fatalidad o en la libertad, somos siempre responsables de nuestros actos. Por esto, nadie es inocente, ni siquiera los santos o los héroes.
Por esto también es imposible acabar con el Mal: es parte del hombre, como el Bien.
A diferencia de las otras criaturas terrestres, nosotros sabemos que nuestros actos son buenos o malos; de ahí que a veces tengamos remordimientos.
Un león no se arrepiente de haber devorado a una gacela, ni un virus de provocar una epidemia.
Nuestro único recurso es reconocer la existencia de los otros, nuestros semejantes. Dañar al otro es, de alguna manera, dañarse a uno mismo.
El origen de los grandes crímenes reside en la aparición de ideologías que negaron la humanidad de razas y clases enteras".

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