domingo, 23 de octubre de 2011

LOS SIGNOS DE LA MUERTE

Temperatura

El descenso de la temperatura corporal es uno de los primeros síntomas de la muerte. El ritmo del enfriamiento depende de múltiples factores: clase de vestido, tiempo atmosférico, complexión física, causa de la muerte, etcétera. Existen dos métodos para calcularlo:

a) Durante las cuatro primeras horas, la temperatura desciende medio grado cada hora; entre cuatro y doce horas después de la muerte, la temperatura baja un grado cada hora, y a partir de las doce horas, oscila entre diversos valores hasta equipararse con la temperatura ambiente.

b) El segundo método se basa en la fórmula de Glaister, cuyo fundamento consiste en medir la temperatura del recto, pues las zonas del cuerpo expuetas al medio ambiente sufren antes el descenso de la temperatura, y restar ese valor de la temperatura media del recto en un sujeto con vida: 37,2 grados

Acidez

El grado medio entre acidez y basicidad es de 7. El cuerpo humano es ligeramente alcalino (Ph 7.3), si bien el Ph del estómago es menor debido al ácido clorhídrico necesario par digerir las proteínas.

Tras la muerte, el Ph o factor reactivo de la sangre desciende hasta 7. Pero en el supuesto de no disponer del instrumento idóneo para medir dicha variación, la prueba ha de realizarse con papel tornasol aplicado en el interior del párpado de abajo. Si el color rojizo del papel tornasol se vuelve de color azul, el Ph es alcalino, no ácido, y es síntoma de vida en el individuo examinado. En los recién nacidos no es posible efectuar esta prueba porque el ojo humano no produce lágrimas hasta transcurrido un mes desde el alumbramiento. Tampoco es válido este método cuando la persona sufre conjuntivitis.

Deshidratación

La pérdida de agua es otro signo definitivo del óbito. Si la muerte ha sobrevenido no mucho después de la herida, la epidermis se cuartea dejando al descubierto la capa más profunda de la piel, conocida como dermis, cuyo plasma se volatiliza. Este fenómeno provoca un acartonamiento de la piel. Cuando la muerte no ha ocurrido de forma casi inmediata, la sangre coagulada forma una costra más suave sobre la herida.

Otro de los efectos de la deshidratación cadavérica se produce en el ojo, de aspecto vidrioso, sin brillo ni transparencia en la córnea. Con los ojos cerrados, la sequedad se retrasa. En el caso de los ahorcados, la lengua se deshidrata y ennegrece.

Lividez

Las livideces son manchas de color rojo, de tono vino o violáceo, asentadas en el decúbito del muerto tras dejar el corazón de bombear la sangre. La falta de oxígeno en las zonas antes irrigadas por el sistema circulatorio provoca la destrucción del tejido epitelial, su palidez tan característica en la cara.

Este fenómeno se inicia nada más sobrevenir la muerte. Si la persona murió boca arriba, antes de media hora ya se observa la lividez en la nuca. De forma general, la lividez es visible entre las dos horas y seis después de la muerte. Durante las primeras doce horas, la lividez es móvil; es decir, si un individuo muere en posición decúbito prono, cuyas manchas están localizadas inicialmente en el tórax, abdomen y delantera de los muslos, la lividez se traslada de lugar según sea la nueva situación del cuerpo. Sin embargo, cuando ha transcurrido más de doce horas desde la muerte, la lividez antigua ya no desaparece, si bien mengua en intensidad debido a la nueva distribución de la sangre. Después de veinticuatro horas, la lividez es inmóvil sea cual sea la posición del cadáver por haber coagulado la sangre. Este signo cadavérico es de gran importancia a la hora de investigar un asesinato, cuyo autor pretenda confundir a los detectives elaborando una trampa.

Hipóstasis

Se denomina así la lividez observada en las vísceras (cerebro, pulmones, hígado, intestinos, riñones), provocada por la misma causa de la lividez del tejido cutáneo.

Rigor mortis

Tras el fallecimiento, los músculos del organismo se relajan durante cierto tiempo. Después sobreviene la rigidez cadavérica por la coagulación de la miosina, una proteína capaz de contraer los músculos durante la vida de las personas. El progresivo endurecimiento de los músculos del cadáver sigue un curso descendente: cara, boca, cuello, tronco, extremidades y pies. Según Niderkorn, la rigidez se denomina precoz cuando aparece antes de tres horas; normal cuando sucede entre tres horas y seis; tardía cuando el plazo abarca hasta las nueve horas después de la muerte y muy tardía cuando es preciso dejar transcurrir más de nueve horas. Los cadáveres cuyos ojos y boca no hayan sido cerrados antes de aparecer la rigidez postmortem, ya no podrán ser manipulados hasta después de cuarenta y ocho horas.

Es importante hacer hincapié en dos de los efectos más conocidos en tanatología. El primero es la frecuente eyaculación de los ahorcados, debido a la contracción de las vesículas seminales, y el segundo es cierto eructo provocado por un escape del aire contenido en el estómago, tras las presiones abdominales como consecuencia de la contracción del diafragma y la expansión de los pulmones. Nada de salir corriendo en ambos supuestos.

Entre las circunstancias modificativas de la rigidez cadavérica, cabe destacar: la edad (aparece antes en niños y ancianos); la causa de la muerte (aparece antes en homicidios, accidentes de tráfico, suicidios con cianuro y enfermedades de cáncer, tuberculosis, etcétera); la musculatura (aparece antes cuanto menos musculosa sea la complexión del cadáver) y la ropa y el clima (aparece antes cuanto más frío sea el medio ambiente).

Espasmo

El espasmo cadavérico se diferencia del rigor mortis porque siempre se produce antes o durante la violenta muerte súbita: suicidio con arma de fuego, ahorcamiento, intoxicación con salfumán, infarto de miocardio, etcétera. La señal del espasmo se localiza en la posición del cuerpo o en la región facial (rictus de dolor, angustia, miedo).

SIGNOS FISIOLÓGICOS DE LA MUERTE VIOLENTA

Función nerviosa

La función nerviosa revela la actividad del cerebro, cuya importancia ocupa el primer escalón en la observación tanatológica. En el mundo hay pacientes con respiración asistida y con válvulas artificiales, pero aún la ciencia no ha llegado a fabricar un remedio para el cerebro roto. Cinco minutos sin oxígeno en la corteza cerebral provoca la pérdida irreversible de la conciencia; quince minutos basta para dañar definitivamente la función motora de los núcleos. Media hora sin riego sanguíneo en el bulbo raquídeo arrastra al individuo a la muerte cerebral, cuyo diagnóstico se realiza mediante un electroencefalograma.

Desde el punto de vista jurídico, la muerte cerebral se considera definitiva cuando el encefalograma plano tiene una duración de treinta minutos.

Función respiratoria

Cuando cesa la función respiratoria, la sangre no recibe oxígeno y las células del cerebro y del corazón mueren. Esto sucede después de una intoxicación con curare, estricnina, etcétera, o de un traumatismo muy grave.

El diagnóstico del paro respiratorio se obtiene colocando un espejo en la boca de la persona; intentando oír la respiración o efectuando sucesivas radiografías del tórax.

Función circulatoria

Sin sangre no es posible vivir. Es un elemento necesario para transportar oxígeno y nutrientes al tejido celular. La sangre del sistema venoso es sometida a un proceso de regeneración en los riñones antes de regresar al corazón, donde es bombeada de nuevo hasta el rincón más alejado del organismo humano. Cuando este ciclo ha sido impedido por una herida o enfermedad, la vida entra en bancarrota amenazando con la muerte más o menos inmediata.

El diagnóstico del paro circulatorio se hace con el auxilio de un fonedoscopio o mediante un enlectrocardiograma. Un ECG EEG plano representa la muerte, si bien es importante resaltar la siguiente eventualidad: la muerte cerebral provoca la paralización del corazón, pero éste puede ser activado mediante ventilación mecánica. Son los casos de supervivencia vegetativa a través de la respiración artificial.

SIGNOS DE LA AGONÍA

Toda muerte violenta puede ocurrir de forma rápida o no. En uno y otro supuesto, los signos se conocen como docimasia de la agonía, cuyo estudio es de gran interés a la hora de analizar las circunstancias envolventes del suceso.

Docimacia hepática

Si alguien ha muerto de forma rápida, dicha eventualidad se confirma por la presencia en el hígado de gran cantidad de glucógeno. Sólo en los casos de muerte lenta, el glucógeno almacenado como reserva de energía es utilizado durante la agonía, y por lo tanto, en la autopsia apenas se descubre una pequeña cantidad en el hígado.

Docimasia suprarrenal

En las muertes rápidas existe adrenalina depositada en la glándula suprarrenal por tratarse de una hormona de gran importancia en las situaciones de miedo, angustia y excitación.

Si la muerte ha sido lenta, la glándula suprarrenal se halla vacía porque la adrenalina sirve para metabolizar el glucógeno durante la agonía.

Docimasia pericárdica

Cuando la muerte sobreviene por agonía, en el saco pericárdico existe mayor cantidad de líquido; más de 15 centímetros cúbicos.

Docimasia pulmonar

Cualquier gestante sólo puede respirar después del parto, nunca en el claustro materno. La docimasia pulmonar consiste en determinar si la criatura muerta nació sin vida o falleció después. La existencia de oxígeno en los pulmones es una evidencia de la respiración. La manera de saberlo es introduciendo los pulmones en un recipiente lleno de agua. Si dichos órganos no flotan, será un signo inequívoco de la muerte intrauterina.

PROCESOS DE DESTRUCCIÓN DEL CADÁVER

En tanatología es de interés fundamental conocer los procesos de autolisis y putrefacción, respectivamente.

El proceso de autolisis o destrucción por sí mismo del cadáver se caracteriza por la pérdida de las células tras sobrevenir la anoxia, la acidez, la desnutrición, el descenso de la temperatura, etcétera. Es un fenómeno producido en el citoplasma celular tras la destrucción de la membrana de los lisosomas y posterior liberación de lisozima. El frío contribuye a retardar los efectos de la autolisis.

El proceso de putrefacción se caracteriza por la decidida intervención de los gérmenes del cuerpo humano, si bien también participan otros procedentes del exterior. En el primer caso, los microbios endémicos del intestino y bronquios, fundamentalmente, cuya existencia permanece más o menos controlada durante la vida de las personas, adquieren una gran virulencia y proliferación segregando una sustancia capaz de destruir los tejidos gracias a la detención de los mecanismos inmunológicos.

El proceso de putrefacción consta de cuatro fases, cuyo desarrollo no sucede necesariamente de forma consecutiva, sino de manera superpuesta en muchas ocasiones porque no todo el organismo se descompone uniformemente.

Fase cromática

Aproximadamente al cabo de veinticuatro horas del fallecimiento, aparece en el cadáver la denominada mancha verde abdominal, concretamente en la fosa ilíaca derecha, a la altura del ciego. Se trata de la sulfohemoglobina o mezcla del ácido sulfhídrico de la flora bacteriana y la sangre. Según sean las condiciones del medio ambiente, la irrupción de la mancha abdominal puede retrasarse; en invierno, desde luego.

La mancha abdominal no debe confundirse con la mancha verde del esternón, característica de la muerte por ahogamiento. Tanto en los ahogados como en los recién nacidos, la coloración verdosa se presenta antes en la cara y en la cabeza.

Fase de hinchazón

El cuerpo humano aumenta de tamaño debido a la producción de gases por la acción de los microbios. Los gérmenes aerobios agotan el oxígeno del cadáver y ceden paso a los microbios anaerobios, productores de gases como ácido carbónico, amoníaco, ácido sulfúrico e hidrógeno, inflamables durante los primeros días. Durante ese período, el cadáver desprende un olor fétido. La cara se hincha y se vuelve de color negro, hasta el punto de hacer irreconocible en muchos casos a la persona fallecida. La denominada "red vascular de putrefacción", constituida por los vasos sanguíneos y linfáticos, cubre por completo de azul todo el cuerpo, desde los cabellos hasta las uñas de los pies.

Los gases microbianos hacen más perceptible el aumento de tamaño en los testículos y en las mamas. En los órganos internos producen vesículas y en la piel forman ampollas.

Fase colicuativa

Se produce cuando la piel se desprende espontáneamente y el plasma sanguíneo aflora al exterior. Este mecanismo se inicia entre una y dos semanas después de la muerte.

Fase esquelética

Comienza más tarde de la fase colicuativa o al mismo tiempo. Consiste en la destrucción de los tejidos blandos hasta dejar al descubierto los huesos, cuya pulverización es irremediable.

COADYUVANTES DE LA PUTREFACCIÓN

Además de los microbios endémicos del cuerpo humano, en la putrefacción del cadáver pueden coadyuvar otros insectos y animales. Son los siguientes:

Insectos

Son conocidos como "escuadrones de la muerte" o ejércitos de moscas, hormigas, escarabajos, arañas, etcétera.

Animales

Las ratas y otros roedores también pueden devorar cadáveres. Los perros asimismo son capaces de hincar el diente a sus dueños fallecidos. Suelen comenzar por la boca. La hiena es otro conocido carroñero. En el mar, en los ríos y en las costas, los tiburones, las barracudas, las morenas, los salmonetes, los cangrejos, entre otros, pueden devorar cualquier cadáver. Finalmente, son numerosas las aves capaces de comer carne humana putrefacta. Los buitres son los más conocidos. En Colombia, los gallinazos (aves carroñeras), se han puesto las botas en más de una ocasión con los cadáveres abandonados por el hampa o la narcoguerrilla.

OTROS FACTORES CONDICIONANTES

En el proceso de putrefacción influyen el medio ambiente, la complexión de la persona fallecida y las causas de la muerte.

a) En ambientes polares, la putrefacción se detiene por completo, y en ambientes menos frío o muy cálidos y sin humedad, puede sobrevenir la momificación.

b) Las personas delgadas y las mujeres tardan más en pudrirse.

c) Los fallecidos por tuberculosis, cáncer o accidentes son proclives a retardar el proceso de putrefacción. Cuando los enfermos han sido tratados con antibióticos, sulfamidas, etcétera, la putrefacción se demora como resultado de la acción antimicrobiana de dichos agentes.

PROCESOS DE CONSERVACIÓN DEL CADÁVER

Iniciada la putrefacción, o no, pueden aparecer determinadas condiciones susceptibles de conservar el cadáver en estado de momificación y demás variantes.

Momificación

La momificación de un cadáver se produce a raíz de la rápida desecación de los tejidos, cuyo retraimiento y coloración entre pardo y negro, con aspecto de cuero seco y rígido, mantienen la forma natural del cuerpo y los rasgos faciales durante mucho tiempo, mientras las vísceras pierden tamaño y peso. La perseverancia de la estructura histológica del cuerpo posibilita el diagnóstico de las alteraciones sufridas en vida por el sujeto en cuestión.

No puede haber proceso de momificación si no se dan determinados requisitos para impedir la proliferación de los gérmenes putrefactores:

a) Ínfima humedad.

b) Elevada temperatura.

c) Buena ventilación.

La momificación suele acontecer cuando el cadáver se halla depositado en un terreno seco y arenoso, generalmente salino y estéril, propio de las zonas cálidas y desiertas. Estas condiciones explican las antiguas momificaciones en Egipto y otros lugares análogos, donde paradójicamente los soberanos y dirigentes políticos han sido peor conservados debido a la costumbre de vendar y untar ese tipo de cadáveres, cuyo efecto ha perturbado las condiciones de humedad, temperatura y ventilación antes mencionadas.

La momificación puede conseguirse de forma artificial mediante inyecciones de alcohol amílico. Por eso las intoxicaciones provocadas con arsénico o antimonio retrasan el proceso de putrefacción y favorecen la momificación. Entre las características propias de los cadáveres momificados son de señalar las siguientes:

a) Menor peso, debido a la progresiva deshidratación del cuerpo. Cuanto mayor sea la antigüedad de la momia, menor será su peso.

b) Conservación de la piel, cuya circunstancia permite la obtención de dactilogramas si previamente los pulpejos de los dedos son tratados con glicerina. Las vísceras tardan tiempo en pudrirse.

c) Extracción de tejidos para la determinación del ADN y el sexo del cadáver.

Corificación

Es una variante de la momificación, en la que la piel presenta un aspecto de cuero viejo, si bien mantiene cierta flexibilidad. Se trata de una especie de disecación parcial cuando se deposita el cadáver en una caja de zinc, tras espolvorearlo con sulfato de zinc, formol y serrín. El tacto de la piel del muerto es apergaminado.

Saponificación

Es otra momificación parcial, también conocida como adipocira. Suele aplicarse en las partes grasas: cara, mamas, nalgas, abdomen, basándose en la capacidad de hidrodeslizamiento del tejido subcutáneo. La grasa del cuerpo se desdobla en glicerina y ácidos. La primera se destruye con la muerte y los ácidos grasos tienden a momificarse con calcio, magnesio, sodio, potasio, etcétera, en ausencia de oxígeno y en presencia de humedad. Asimismo, se ven enriquecidos con las proteínas transformadas primero en aminoácidos y luego en ácidos grasos.

Cuando el cadáver está inmerso en agua (poco oxígeno y mucha humedad), toda la grasa subcutánea se convierte en adipocira; una sustancia blanca en el agua y amarilla en la tierra, de aspecto jabonoso y viscosos cuando la saponificación es reciente, parecido al queso de Burgos, y granulado, viejo y quebradizo cuando data de más tiempo. Los cadáveres de personas obesas y enfermos hepáticos son más propensos a reproducir los efectos de la saponificación.

Embalsamamiento

Cuando la inhumación no se practica en el cementerio, se hace obligado embalsamar el cadáver. Las sustancias empleadas impiden la putrefacción al eliminar los gérmenes, pero no la autolisis, como se desprende del alisamiento característico de las células del cerebro en un cadáver embalsamado.

El proceso del embalsamamiento consiste en disecar una arteria y una vena; elaborar una solución con 5 litros de agua destilada, 3 litros de alcohol, 2 litros de formol y 500 gramos de urotropina e inyectar la solución con una cánula por la arteria suturada hasta conseguir expulsar la sangre del organismo a través de la vena. Cuando deje de aflorar la sangre y comience a fluir la solución inyectada, se dan los puntos de sutura necesarios tanto en la arteria como en la vena. El cadáver se apergamina y queda en estado momificatorio.

AUTOPSIA MÉDICO LEGAL

La tanatopsia o necropsia es la operación tendente a determinar la causa de la muerte y demás circunstancias. La regulación jurídica de la autopsia se halla contemplada en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Han de asistir el titular y el secretario del Juzgado de Guardia y el representante del Ministerio Fiscal o en su defecto las personas autorizadas por ellos.

La autopsia judicial se practicará en los siguientes casos: muerte violenta (accidentes, homicidios, intoxicaciones, suicidios) y muerte sospechosa de criminalidad. La primera etapa de la autopsia estriba en el levantamiento del cadáver, acto presidido por el juez y auxiliado por el médico forense adscrito al Juzgado de Guardia. De forma general, en esta fase se ha de confirmar la muerte; el tiempo transcurrido y las causas de la misma. A continuación, el cadáver es trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde se procederá de la siguiente manera:

a) Inspección del cuerpo y la ropa, especialmente botones, marcas, hechura, lugar de fabricación, etcétera, así como la documentación y otros efectos personales.

b) Determinación del sexo, talla, peso, color del cabello, color del iris, etcétera.

c) Obtención de los dactilogramas y la fórmula dentaria.

d) Calcular la edad, en los supuestos de cadáveres anónimos, mediante radiografías para detectar el estado de osificación de los huesos.

e) Fotografiar detalladamente el cadáver.

f) Estudio minucioso de las cicatrices y los tatuajes.

g) Estudio biológico con determinación del grupo sanguíneo y el ADN.

h) Examen y medición de las heridas causadas con armas de fuego, con objetos punzantes, etcétera.

Una vez finalizado el catálogo de instrucciones anteriores, el médico y los auxiliares acometerán la autopsia propiamente dicha, cuya ejecución consiste en la apertura de todas las cavidades: cráneo; tórax y abdomen.

Apertura del cráneo

Con una sierra eléctrica (en muchos rincones del mundo aún subsiste el serrucho de toda la vida), se secciona el cuero cabelludo por el occipucio y el mismo se revierte hacia atrás y hacia adelante hasta dejar la tapa del cráneo al descubierto. Se corta la bóveda craneal en forma de círculo y acto seguido se procede de igual forma con las membranas piamadre, duramadre y aracnoides. La operación culmina con la extracción del cerebro para su análisis macroscópico.

Apertura del tórax y el abdomen

Previamente, se ha de practicar una incisión desde el cuello hasta el abdomen y luego seccionar las costillas con una sierra eléctrica (atrás quedó la técnica del escoplo y el martillo). Después se procede a estudiar las vísceras por el siguiente orden:

a) En el pulmón se observará la diferencia cromática de sus paredes, así como se detectará la presencia de tumores.

b) En el saco pericárdico, cuya misión es proteger al corazón de posibles traumatismos, se practicará un corte para dejarlo al descubierto y después se hará lo mismo con los ventrículos para detectar cualquier patología, como hemorragias e infartos.

c) En el estómago se buscarán restos de comida, veneno, etcétera.

d) También serán examinados el hígado, el bazo, el intestino, la vesícula biliar, el riñón. En las mujeres violadas se abren la matriz y la vagina.

Lesiones post mortem

Otro de los puntos estudiados en la autopsia es averiguar si las lesiones examinadas han constituido el origen de la muerte o si han sido provocadas después para enmascarar la verdadera causa del hecho criminal. La autopsia ha de revelar los siguientes aspectos:

a) Si ha existido hemorragia tras la muerte, la misma ha sido de menor volumen, pues la hemorragia en vida es más cuantiosa. Paradójicamente, en la hemorragia post mortem se aprecia un mayor número de hematíes y la sangre no está coagulada. La coagulación es un signo de vida, si bien hasta seis horas después de la muerte se puede dar algún extraordinario caso de coagulación en el cadáver.

b) Falta de retracción en los tejidos porque la misma sólo se manifiesta en vida de la persona. Por ejemplo, cuando se dispara un arma de fuego contra un cadáver, el orificio abierto por la bala se mantiene intacto, situación diferente cuando las contracciones de los músculos desdibujan parcial o totalmente la herida de bala ocasionada en individuo vivo.

c) Cuando en el cadáver no se aprecie pus en la herida disimulada, es un síntoma evidente de la no proliferación de leucocitos, cuya misión consiste en fagocitar o devorar tanto los hematíes destruidos como los microbios invasores. Los signos de la degeneración de la herida sólo es posible en vida de la persona.

d) Presencia de cloro, histamina y serotonina provenientes de las vacuolas del protoplasma de las células heridas. Si no existen tales sustancias en la lesión examinada, la muerte no puede achacarse a la misma.

e) Observación de protozoos en las muertes por sumersión. Los protozoos son microorganismos unicelulares, presentes en el agua, y por lo tanto en la sangre de la persona muerta tras pasar desde los pulmones hasta la corriente sanguínea. Si ese tipo microorganismos no coinciden con los del agua de la zona donde ha sido localizado el cadáver, evidentemente la muerte se produjo en otro sitio. Un segundo supuesto, la ausencia de cualquier clase de protozoos revela una muerte no por inmersión.

f) Examen del ventrículo derecho, donde, en casos de muerte por hemorragia, se acumula hasta un setenta y cinco por ciento del plasma inyectado en el torrente circulatorio para mantener a toda costa la presión arterial y evitar la paralización del corazón y el cerebro. La hidremia (agua y sangre) en la herida es un signo de hemorragia no contenida en vida.

MUERTE POR ARMA BLANCA

En los casos de fallecimiento por heridas de arma blanca, se determinarán las circunstancias de los hechos para esclarecer si hubo homicidio o suicidio.

Indicios de suicidio

a) No se usan elementos punzantes, sino cortantes o cortopunzantes.

b) Con instrumentos cortantes es habitual la sección de las venas de la cara anterior de los brazos. Si el suicida es diestro el brazo afectado será el izquierdo y viceversa. Las lesiones en la muñeca suelen ser varias y en paralelo. Pueden afectar al tendón.

c) En los suicidios por degüello se perciben cortes a modo de prueba o tentativa. El suicida acostumbra a colocarse delante de un espejo para fijar convenientemente la zona del corte. El espejo aparece salpicado de sangre debido a la elevada presión de la arteria carótida. Es un sistema empleado raramente.

e) Los instrumentos cortopunzantes aparecen clavados en la región precordial con la intención de perforar el corazón. En Japón, la forma corriente de suicidio entre los miembros de la Yakusa (sociedad secreta del crimen organizado), consiste en el harakiri o perforación del abdomen con un sable de un lado a otro.

Indicios de homicidio

a) Las heridas se hallan en cualquier parte (cabeza, tronco o extremidades).

b) Las heridas situadas en los dedos, manos, brazos y antebrazos de la víctima suelen ser heridas de autodefensa.

c) En los accidentes de tráfico, los ocupantes delanteros del vehículo siniestrado pueden tener heridas cortantes en la cara y en el cuello, causadas por los fragmentos del parabrisas roto.

MUERTE POR INCENDIO

Las personas muertas como resultado de una quemadura de tercer grado, cuyo esqueleto, vísceras y tejido cutáneo han quedado carbonizados, presentan las siguientes características generales, sin perjuicio de otros indicios propios de los diferentes tipos de quemaduras:

a) Menor volumen del cuerpo por la completa carbonización de los cartílagos y algunos huesos frágiles.

b) Aspecto rejuvenecido cuando no existe un gran deterioro del cuerpo.

c) Tacto muy duro.

d) Lesiones externas, similares a las ocasionadas por arma blanca tras resquebrajar la piel.

e) Color negro.

f) Encogimiento de las piernas y brazos, en la denominada "posición del boxeador", debido a la carbonización de los músculos flexores y extensores. Los músculos esqueléticos contienen dos tipos de fibras nerviosas, cuya función por separado es la de contraerlos o distenderlos. La primera función es más potente, y definitiva por la lesión irreversible del cerebro como encargado de limitar la acción del músculo.

g) Existencia de monóxido de carbono en el ventrículo o en el tejido miocárdico (en las muertes por incendio).

h) Signos de quemadura en la tráquea y bronquios (en las muertes por incendio).

i) Partículas de ceniza en el estómago (en las muertes por incendio).

j) Traumatismo craneal (incendio con derrumbamiento del techo).

k) Desaparición de los órganos genitales externos en el hombre (en la mujer se conserva el útero).

MUERTE POR ELECTROCUCIÓN

La electricidad como causa de accidente se debe a la corriente doméstica, a la catenaria de los ferrocarriles y metro, a los motores eléctricos, a los rayos, etcétera. En ciertos países, como EEUU, algunos condenados mueren por descargas eléctricas.

Cuando la electricidad penetra en el cuerpo, cada órgano presenta una resistencia diferente: máxima en los huesos y mínima en la sangre y nervios. Entre las dos clases de corriente eléctrica, alterna y continua, la primera es más peligrosa por cuanto puede originar contracciones tetánicas y graves lesiones óseas y musculares. El corazón es muy sensible a la corriente alterna de 60 ciclos.

Las quemaduras eléctricas provocan sendas úlceras de color negro, una en la herida de la entrada y otra en la de salida. No sangran apenas. El calor de una descarga eléctrica se halla en función de la intensidad de la corriente (se mide en amperios); la resistencia (cuanto menos sea, más rápida será la electrocución sin quemadura) y la duración. Cuando la corriente es de alto voltaje, la misma puede ocasionar incrustaciones procedentes del conductor metálico. Cuando la descarga eléctrica no provoca la muerte, sí puede producir una trombosis con infarto primero y gangrena después. También son afectados los músculos, el riñón y los ojos. Las cataratas son un fenómeno tardío, pero irremediable.

Entre las causas de la muerte por electrocución, destacamos las siguientes:

a) Lesión del sistema nervioso cesando la respiración, la circulación y la presión arterial.

b) Interferencia del ritmo cardíaco.

c) Contractura de los músculos torácicos y asfixia.

MUERTE POR FULGURACIÓN

El rayo es otra de las causas relacionadas con la muerte por quemadura. Presenta las siguientes características:

a) Chamuscamiento del pelo.

b) Quemadura local no muy importante por la escasa resistencia eléctrica del cuerpo mojado. El rayo lo cruza rápidamente.

c) Parálisis de los vasos capilares en la trayectoria del rayo porque la sangre es buena conducta de la electricidad. La red vascular semeja un helecho.

d) Proyección de la víctima a varios metros de distancia. Generalmente, hay traumatismos óseos, etcétera.

e) Aumento brusco de la temperatura hasta unos 300 grados. El efecto consiste en provocar la rotura del vestido y en incrustar en el cuerpo cadenas, relojes, pulseras, anillos y cualquier objeto fundible.

f) Predisposición a la muerte por fulguración de las personas desnutridas, fatigadas y amorfas. La gente nerviosa y en estado de alerta consigue sobrevivir en determinados casos.

MUERTE POR ASFIXIA

Desde el punto de vista médico forense, la muerte por asfixia engloba diversos traumatismos: inhibición, ahorcamiento, estrangulación, sofocación, sumersión, bien por entrada de líquido en las vías aéreas o bien por la falta de oxígeno en las células.

Los principales signos de la muerte por asfixia son:

a) Isquemia cerebral.

b) Petequias en diversas zonas del cuerpo.

c) Cianosis, fundamentalmente en la cara, labios, orejas y uñas.

d) Equimosis subconjuntival.

e) Piqueteado hemorrágico en cuello, cara, nuca y espalda.

MUERTE POR INHIBICIÓN

Se produce como resultado de un traumatismo físico o una alteración emocional (tensión en espectáculos o situación de riesgo). Los niños y ancianos son los grupos más vulnerables porque en ellos predomina el sistema parasimpático. Son individuos vagotónicos, con ritmo cardíaco lento. Los nervios vagotónicos actúan sobre todo por la mañana y después de comer. De ahí la prohibición de bañarse tras ingerir alimentos para evitar el contraste entre la temperatura del cuerpo y el agua más fría. En el bando contrario, los adultos nerviosos e hipertensos corren menos peligro de morir por inhibición.

Anatomía de la inhibición

a) Zona de la laringe, dotada de muchos nervios vegetativos, cuya estimulación produce una impresión primaria o normovolémica. Por eso es necesario el uso de anestesia antes de proceder a la colocación de un tubo para la respiración artificial.

b) Región epigástrica o plexo solar, situada tras el estómago, entre el hígado y el páncreas.

c) Órganos genitales. Las contusiones causadas en el cuello uterino útero durante un aborto.

d) Área perianal. La dilatación anal brusca puede ocasionar una impresión repentina. De ahí la administración de anestesia antes del tratamiento proctológico.

MUERTE POR AHORCAMIENTO

La muerte se produce por la presión de un lazo en el cuello hasta comprimir totalmente las venas yugulares, la arteria aorta, la tráquea, el esófago y la médula espinal como resultado de la rotura de las vértebras. Cesan las funciones vitales del sistema nervioso, corazón y pulmones.

Hay varios tipos de ahorcamiento, según halla sido la suspensión del cuerpo: completo, incompleto, simétrico, blando, etcétera.

Fases del ahorcamiento

a) Período de inicio.

Se caracteriza por una sensación sofocante en la cabeza, destellos luminosos y zumbidos en los oídos. Las piernas cuelgan pesadamente, sin dolor ni disnea. Sobreviene la desaparición de las sensaciones y la pérdida del conocimiento aproximadamente diez segundos más tarde.

b) Período intermedio.

Se producen convulsiones en las extremidades y muecas de agonía.

c) Período final.

Culmina entre ocho y doce minutos después del ahorcamiento. En esta fase aparecen los signos de la muerte; cesan las funciones respiratoria y circulatoria y se relajan los esfínteres.

Signos externos del ahorcamiento

a) Surco del lazo.

b) Estiramiento del cuello.

c) Inclinación de la cabeza hacia el lado contrario del nudo.

d) Ojos desorbitados y derrame sanguíneo.

e) Congestión del rostro.

f) Otorragia.

g) Palidez en la cara.

h) Lengua sobresaliente.

i) Emisión de heces fecales.

j) Livideces en las extremidades inferiores.

k) Heridas menos graves en codos, manos, rodillas, piernas y pies, debido a los golpes originados por los espasmos contra las paredes u otros objetos cercanos.

l) Erección y eyaculación por la contracción de las vesículas seminales.

m) Micción.

Signos internos del ahorcamiento

a) Manchas de hemorragia en el cerebro, típicas en las muertes por asfixia.

b) Enfisema o infiltración gaseosa subpleural.

c) Mucosidad sanguinolenta en los conductos bronquiales, en la tráquea y en la faringe nasal.

d) Equimosis o moratones en el tejido prevertebral.

e) Desgarro en la túnica interna de las arterias carótidas.

f) Rotura de la laringe.

g) Congestión del estómago e intestinos, cuyas mucosas están cubiertas de sangre.

h) Cerebro congestionado.

i) Sección de la médula espinal.

Supervivencia de ahorcados

Aunque en principio el ahorcamiento es un método definitivo de provocar la muerte, se han dado numerosos casos de sobrevivencia por resistencia de la víctima o impericia del verdugo.

Entre los ahorcados reanimados tras un breve tiempo de suspensión, ninguno ha sufrido la fractura de vértebras. Pero han sido presa de las siguientes secuelas:

a) Estado semicomatoso durante largo tiempo.

b) Parálisis de ciertos órganos.

c) Convulsiones tónicas o clónicas.

d) Alteraciones emocionales: confusión, depresión, neurosis maniática, falta de memoria.

e) Herida de surco por lazo.

f) Disfagia y afonía por rotura del hueso hioides y la glándula tiroides.

g) Congestión pulmonar.

Simulación de suicidio

Cuando la muerte por ahorcamiento no es consecuencia de un homicidio legalizado (en algunos países de religión musulmana) ni por la voluntad del suicida, hay una serie de signos evidentes del asesinato:

a) Huellas de violencia en el cuerpo, excepto la desolladura del cuello y las lesiones propias de las convulsiones.

b) Señales de forcejeo en la ropa.

c) Indicios de lucha en el lugar de los hechos: armas, pisadas de más personas, objetos desplazados, etcétera.

d) Marcas en el suelo debido al arrastre del cadáver antes de colgarlo y restos de tierra en la ropa, en los zapatos, en las manos.

d) Vestigios tanatológicos de homicidio (livideces en zonas impropias, etcétera).

e) Existencia de veneno o traumatismos craneales, signos de homicidio por intoxicación o mediante golpes.

MUERTE POR ESTRANGULACIÓN

En España, la estrangulación o muerte por garrote vil ha sido legal hasta no hace muchos años. El último ajusticiado por dicho sistema se llamaba Puich Antic.

Desde el punto de vista del procedimiento mecánico, el estrangulamiento es la constricción externa del cuello por cualquier sistema diferente al utilizado en la suspensión del cuerpo.

Si bien algunos signos de la estrangulación y ahorcamiento son similares, la maniobra, situación y condiciones del estrangulamiento tienen sus propias características, detectables en la inspección ocular.

Mecanismos del estrangulamiento

a) Oclusión de las vías respiratorias.

b) Cierre de los vasos sanguíneos.

c) Lesiones nerviosas.

Signos externos de la muerte

a) Escoriaciones o heridas en forma de media luna en el cuello de la víctima, provocadas por los dedos del agresor.

b) Marca del surco generado por un agente constrictor (soga, cinturón, toalla enrollada, cable, etcétera). La señal tiene forma horizontal y se halla en el nivel de la laringe. El grosor del surco es indicativo del tipo de agente utilizado.

c) Inyección sanguínea de las células conjuntivas.

d) Coloración azulada e hinchazón del rostro por congestión de la sangre.

Signos internos de la muerte

a) Presencia de fluido sanguinolento en la fosas nasales y en la boca.

b) Desplazamiento de la lengua.

c) Restos de sangre en las glándulas salivales.

d) Luxación o fractura de los cartílagos.

e) Rotura de la túnica interna de la arteria carótida.

f) Espuma en abundancia en laringe, tráquea y bronquios.

g) Enfisema pulmonar por congestión de las vías respiratorias.

h) Mancha lívida en la faringe.

i) Insuficiente aporte de sangre al cerebro.

j) Dislocación o fractura de las vértebras cervicales.

Otras señales en el estrangulamiento

a) Desgarro en la ropa y heridas en la víctima como signo de lucha y resistencia (en caso contrario se ha de analizar si las vísceras conservan restos de droga, medicamento u otro producto adormecedor).

b) Restos de semen en el caso de mujeres y niños estrangulados, para determinar si también hubo violación.

MUERTE POR SOFOCACIÓN

Este tipo de muerte se produce cuando la imposibilidad de arribar el aire a los pulmones no tiene como causa la constricción del cuello ni la penetración de ningún líquido en la tráquea y bronquios. Por lo tanto, no tiene ninguna relación con el ahorcamiento, estrangulación y sumersión. La sofocación se produce por la mera falta de oxígeno. Entre los mecanismos capaces de impedir tal circunstancia, caben destacar los siguientes:

a) Confinamiento en recintos herméticamente cerrados.

b) Enterramiento.

c) Taponamiento de la nariz y la boca.

d) Oclusión de los conductos aéreos por atragantamiento.

e) Compresión del tórax.

Signos de la muerte por confinamiento

a) Elevado grado de humedad desprendida por el asfixiado.

b) Amoratamiento de la cara de la víctima.

c) Uñas rotas por haber intentado abrir un agujero en la puerta, ventanas o paredes del recinto herméticamente cerrado (armario, baúl, submarino, mina, etcétera).

d) Ojos inyectados en sangre.

e) Hemorragias nasales.

f) Sangre de color rojo oscuro, por falta de oxígeno.

g) Manchas en el pericardio, pleuras y cuero cabelludo interno.

h) Enfisema pulmonar.

Signos de la muerte por enterramiento

a) Equimosis por la sufusión de la sangre.

b) Heridas abiertas por el impacto de los materiales (escombros, montaña de arena, basura, lodo, cargas de cereales o harina, etcétera).

c) Signos genéricos de la asfixia. Ver Muerte por asfixia.

d) Restos del material causante en las vías respiratorias (de no hallarse tal presencia cabe suponer la simulación de la muerte por sepultamiento).

Signos de la muerte por oclusión de las vías respiratorias

a) Huellas de lucha cuando la sofocación ha sido provocada por la mano de un criminal.

b) Presencia de una tira de esparadrapo, bolsa de plástico, almohada, cadena de joyería, etcétera, tanto en homicidios como en accidentes de niños, ancianos o personas borrachas o drogadas, sin control suficiente para contrarrestar una eventual negligencia.

Signos de la muerte por atragantamiento

a) Rasguños en el cuello, producidos por la víctima en su afán de librarse del objeto causante (bolo alimenticio, espinas, huesos, monedas, chupetes, dentaduras postizas, etcétera).

b) Lesiones en la boca por el intento de sacar el objeto con las manos.

c) Máscara equimótica.

d) Enrojecimiento de la membrana conjutival.

Signos de la muerte por compresión del tórax

a) Presencia del agente causante (escombros, vigas, árboles, sacos cargados y cualquier otro elemento que impida el movimiento de inspiración y espiración de los pulmones).

b) Congestión de varias zonas del cuerpo.

c) Cianosis.

d) Edema pulmonar.

f) Dilatación del corazón.

g) Bajo contenido de oxígeno en la sangre arterial.

MUERTE POR SUMERSIÓN

Esta clase de muerte se produce por la penetración de un elemento líquido en las vías respiratorias. La sumersión puede ser intencionada (asesinato y suicidio) o accidental (nadadores negligentes, borrachos, gente desvalida, etcétera). En el caso de una persona que no sabe nadar, el mero impacto contra el agua es suficiente para originar la muerte por inhibición si no es socorrida de inmediato. Cuando el agua invade los pulmones tras provocar la explosión de los alveolos, no hay salvación posible.

Signos de la muerte por ahogamiento

a) Cuerpo mojado (si no ha transcurrido mucho tiempo).

b) Temperatura fría del cadáver.

c) Contracción de los músculos erectores del pelo, escroto y pezones.

d) Piel blanca y arrugada en la palma de las manos.

e) Livideces sonrosadas (no rojas), debido a la mezcla de sangre y agua.

f) Fenómeno de saponificación. Ver el capítulo de Tanatología.

g) Lesiones provocadas por animales marinos, escolleras, arrecifes, etcétera (si las heridas fueron ocasionadas en vida, las mismas aparecerán coaguladas).

h) Presencia de espuma dentro de los bronquios (visible en la boca y fosas nasales entre doce y veinticuatro horas después de la muerte por la presión de los gases del intestino y subsiguiente expansión del diafragma).

i) Existencia de microorganismos en la sangre.

j) Embolia cerebral.

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