miércoles, 17 de agosto de 2011

Fanatismo: peligroso virus antisocial


Hemos sido sacudidos por ese acto criminal a gran escala en Noruega llevado a cabo por un fanático psicópata alimentado con una mezcla explosiva de falso cristianismo, falsa idea de comunismo, odio racial y nacionalismo. Como el árbol del fanatismo tiene una raíz profunda y muchas ramas con venenosos frutos criminales es urgente analizarlo en profundidad como peligro público mundial, sea cual sea la excusa ideológica que usan los fanáticos para justificarse.

Hay muchas formas de fanatismo, pero todas apuntan al mismo epicentro, se argumentan parecido y sus consecuencias son semejantes a lo largo de la historia: crimen, ruina, exclusión, persecución. En cualquiera de sus versiones, puede ser definido como un peligrosísimo virus antisocial, y ha adquirido en este mundo tales dimensiones que es imposible callarse sobre a dónde nos lleva a personas, instituciones y naciones cuando el “virus” hace enloquecer a individuos, grupos o gobiernos. Nace del egocentrismo que envenena la propia vida y las relaciones interpersonales, y contribuye con sus venenos a alimentar diversas cabezas: las oficiales, las estructurales, las institucionales, -aunque algunas, hay que advertirlo, -no están a la vista, sino en lo que podríamos llamar -utilizando un leguaje aceptado- “el lado oscuro”, o si lo prefieren, el lado de los enemigos de la Vida con mayúsculas, que es Dios y su Universo. Esta cabeza oculta de la hidra fanática alcanza su expresión física a gran escala en forma de capitalismo, en forma de estados y en forma de diversas iglesias que cínicamente se auto titulan cristianas.

Que el capitalismo, como expresión del fanatismo de egocéntricos por el dinero y el poder es un virus antisocial que enferma a la humanidad, corrompe y vampiriza las relaciones de producción y las relaciones entre personas y países y ataca a toda forma de vida del Planeta, es algo más que evidente a estas alturas. Otra cosa es que estemos sufriendo los efectos de su veneno sin dar con un remedio efectivo por no haber dado aún el salto de conciencia personal preciso para “pasar de pantalla” como sucede en ciertos videojuegos y andar todavía enredados con nuestra propia dosis de egocentrismo que nos conecta secretamente con algunos de los fenómenos que analizamos.

No tenemos que mirar muy lejos ni muy hondo para tener claro que el capitalismo en cualquiera de sus variadas formas de opresión y explotación laboral, personal o doméstica se halla relacionado con la explotación insostenible de recursos, el machismo, la sumisión, el deterioro medioambiental, el cambio climático y las políticas que acompañan y justifican sus actuaciones. En todo caso, este sistema con todas sus derivaciones es todo lo contrario a justicia, equilibrio, armonía, bienestar o amistad. Esto bien lo sabemos y bien lo sufrimos de una u otra manera aunque como conjunto humanidad hayamos sido incapaces de dar ese salto desde el individualismo o egocentrismo-, esa enfermedad del yo que alimenta al capitalismo y todas nuestras desventuras,- hasta el comunismo, entendido como el triunfo del nosotros sobre el yo excluyente- si se consuma al fin la derrota del individualismo por el individuo. Derrota que es posible tras una larga batalla interior que nos habrá de fortalecer y guiar para los avatares de la vida cotidiana personal, laboral, social. Si queremos expresarlo en términos espirituales, se trata del combate que libra el alma sobre sus tendencias inferiores.

La meta de la liberación colectiva solo será posible, como es natural, en la medida en que cada uno seamos capaces de entregar lo que corresponda al bien general , una vez superado el egocentrismo, ese “Yo” excluyente ,y seamos capaces de exigir lo que en justicia se nos debe. Por tanto, se trata de dar y recibir desde las leyes de la igualdad, la libertad, la unidad y la fraternidad, que son aspectos de la ley universal del amor. Sin amor no hay cambios ni personales ni sociales, y esto nunca ha sido negado por ningún pensador o líder social. Sin embargo, poco caso se les ha hecho a nivel mundial. Pero el comunismo basado en el amor, tuvo su primer momento hace dos mil años. Fue el comunismo cristiano originario, modelo de otros tipos de comunismo, como el practicado por los cristianos cátaros en el sur de Francia. De todos es sabido que la Iglesia, que renegó del cristianismo desde temprano, fue la eterna conspiradora contra todo comunismo y contra todo cristianismo que divulgara las enseñanzas de Jesús de Nazaret que no hubieran pasado por la “criba” de Jerónimo, el falsificador de las escrituras antiguas sobre Cristo y “fundador” de la Biblia. Esta fue muy bien aprovechada en adelante para justificar todos lo crímenes de la Iglesia y de los estados que se llamaron cristianos.

Así que el comunismo fue practicado antes de que todos los revolucionarios sociales teorizaran sobre él, pues los primeros cristianos compartían sus bienes, carecían de jerarquías, vivían en comunidades, rechazaban ir a la guerra, estaban contra la esclavitud y se amaban como hermanos, tal como Jesús les enseñó. Estas ideas eran inasumibles para el Imperio y para la iglesia una vez jerarquizada, porque el amor era la clave, el hilo conductor, que se rompió por la posterior corrupción y abandono de las enseñanzas de Jesús llevadas a cabo por la institución Iglesia ahora paganizada y mundana fundada por unos cuantos embaucadores aliados con los emperadores del mundo desde Constantino. Y así hasta hoy, en que la Iglesia es el rostro (IN) moral del cristianismo, el valedor “espiritual” del capitalismo y parte del mismo engranaje. Este engranaje tiene un nombre común: fanatismo .Y tras él, el canto triunfante del rey ego al que todos los que viven en palacios adoran, postrándose siglo tras siglo los más débiles ante los más fuertes y construyendo clanes, dinastías, naciones, imperios.

En economía, el fanatismo ha desembocado en neoliberalismo, y en las iglesias en el movimiento “neocon” auspiciado por el último representante jerárquico del aparato inquisidor. Su política común es siempre dominar, separar, atar, y para ello busca el modo de recibir energía material y espiritual (en forma de bienes y ventajas materiales, y sumisión o veneración) de aquellos que se dejan influir y dominar a través del invisible hilo conductor de sus debilidades, pues miles de millones envidian a quienes les dominan, envidian su poder – y les votan- y sus riquezas (y les imitan en la medida que pueden).

Ahora bien, la evolución-corrupción desde los primeros cristianos o desde aquel pequeño taller gremial hasta la presente situación extrema donde se hallan unidos en un frente único la explotación de los trabajadores, la explotación de la mujer, y de los niños, y el dogmatismo de la teocracia eclesiástica, nunca fue posible sin violencia, sin miedo, sin envidia, sin toneladas de mentiras y sin codicia. No hacen falta muchos argumentos al observar nuestro mundo que está siendo conducido a situaciones límite en todos los campos, para concluir que tal situación extrema no es posible sin fanatismo, sin guerras y sin el extremismo de todo orden como método. ¿Cómo sería posible el neoliberalismo sin él? ¿Cómo hubiera sido posible la existencia misma del Vaticano?

El neoliberalismo, como el dogmatismo religioso y todo lo que gira a su alrededor, precisa fundamentarse en fórmulas extremistas. Necesita de la intolerancia y la persecución al disidente. Y necesitan cómplices, muchos cómplices, como capataces. Y víctimas, muchas víctimas que les crean y puedan caer en sus redes para servirles todas sus vidas, y otras víctimas mortales para eliminar disidencias. Como vemos, el fanatismo siempre es reconocible, ya sea civil o religioso, intelectual o deportivo. Sus lemas cambian poco: “El otro tiene la culpa”, o “el otro es mi enemigo y debo destruirlo”, o “el otro es inferior por el color de su piel o su religión”. Principios semejantes produjeron las Cruzadas, la Inquisición, las guerras de religión en Europa, la guerra de Secesión norteamericana, la guerra ruso-japonesa, el fascismo, el stalinismo, el maoísmo, el fasci-franquismo, los jemeres rojos, las dos guerras mundiales, los golpes de estado en Chile, Argentina, las guerras imperialistas del capitalismo yanqui-europeo, la corrupción política generalizada, el acoso a los medios de expresión libres por el control de la prensa , el asesinato de periodistas o escritores, así como el presente golpe de estado mundial del capitalismo contra naciones y gobiernos más débiles a lo que llaman “crisis”. Y en ello estamos hasta que cambiemos nuestros programas personales y les sea imposible vivir entre nosotros, ya libres un día de egocentrismo- a todos los que dirigen el mundo y nosotros todavía admiramos, imitamos, envidiamos o elegimos en las urnas. Y estos son los resultados

http://www.kaosenlared.net/noticia/176224/fanatismo-peligroso-virus-antisocial

No hay comentarios:

Publicar un comentario